domingo, 12 de septiembre de 2010

De narcos y rías



Después de un atracón de apuntes de biología que no se salta un gitano decidí acudir a mi cita habitual del sábado noche (de todo sábado noche que no salgo, claro está) y me senté en el sofá con mi medio dormida madre a ver La Noria, un programa que ha aguantado más de lo que yo esperé y que es de las pocas cosas de Telecinco que aún tiene capacidad para sorprenderme: igual te encuentras con un circo de mamarrachos y te ríes a gusto que te encuentras, mira tú por dónde, temas interesantes, de éstos que a uno le hacen pensar y todo. Y este sábado ha sido uno de ésos últimos.

Se reunieron en la mesa tres madres (cuyo nombre lamento no recordar) en representación del movimiento social conocido como ‘Madres contra la droga’. Esas mujeres que en los años 80 rompieron el silencio y despejaron el miedo que se cernía sobre la tragedia de la drogadicción en Galicia, que se llevó por delante a miles de adolescentes por culpa del cartel de droga a la cabeza del cuál se hallaba el inefable Manuel Charlín. Y precisamente al hilo de esto es que se reunían estas señoras. Estas señoras, junto con el periodista Felipe Suárez, que lleva más de 30 años trabajando sobre el narcotráfico en Galicia y la abogada Bárbara Royo, que defiende a Charlín en los tribunales. Resulta que este señor, a sus 80 años, ha salido de prisión después de cumplir 20 años de condena por narcotráfico.  Su condena, efectuada por un jovencísimo juez Garzón, fue un punto clave para la lucha contra el narcotráfico en nuestro país. Y claro, escuchando a esta gente esgrimir sus argumentos y sus reflexiones con Charlín en la calle le da a uno qué pensar.

Primero, claro está, en cómo un hombre como Charlín duerme por las noches. En cómo se atreve a quejarse de que en 20 años no le han dado un permiso, a decir que por sus manos nunca ha pasado ‘ni un gramo de droga’, a poner el grito en el cielo porque no le dejaron ir al entierro de su nieta. Las madres gallegas tampoco se despidieron de sus hijos, que les fueron arrebatados de un día a otro después de años de una tortura y de sufrimiento. Los hijos tampoco tuvieron permiso, vivieron acosados por los secuaces de Charlín y se vieron empujados al crimen para costearse el vicio. El cartel de Charlín no preguntó a nadie, ¿con qué derecho puede este hombre siquiera abrir la boca?

Segundo, en su abogada. Porque entiendo que todo el mundo tiene derecho a defenderse en los tribunales, pero, ¿cómo puede salir alguien a defender públicamente a una persona como Charlín, a intentar argumentar sus poco respetuosas mentiras? Creo que ni por todo el oro del mundo en minutas podría (ni podríais muchos de vosotros) salir por televisión a pelarme con las madres que perdieron a sus hijos por culpa de la cocaína y anunciarles las penas y miserias del mayor narco del país. Respeto mucho la profesión de abogado, porque me parece de un sacrifico intenso si se realiza como se debe, pero cosas como éstas me parecen, sin más, vergonzosas hasta la médula.

Y por último, lo más importante de todo, en las madres. Y no en las madres como pobres sufridoras. En estas madres como símbolo del poder social. En unas madres que nos enseñan como realmente podemos movernos, gritar, levantar nuestros brazos aunque no empuñemos armas y cambiarlo todo. Estas madres que metieron entre rejas a los más repugnantes criminales de nuestro país e hicieron que España se librase de un trágico destino como el que azota hoy a la vecina Italia, por ejemplo. Unas madres que nos demuestran que miedos infinitos como al que nos puede someter nada más y nada menos que un cartel de narcos se pueden vencer. Unas madres que reventaron verjas e invadieron pazos. Que no se esconden sino que se levantan orgullosas a decir que ganaron. A pesar de que perdieron más de lo que nunca podrán obtener, al final ganaron.

Es verdad que de una madre se aprenden muchas cosas. A veces hasta de madres ajenas.


Imagen de Federico Bebber

1 comentario:

mari jo dijo...

Ese tipo de programas siguen sin gustarme, sea cual sea el tema que trate. No pertenece al tipo de programas de investigación sino que lo único que busca es la carnaza y el regodeo en las víctimas. Respecto a las madres, me parecen perfectos sus argumentos. Pero tampoco nadie te pone una pistola en el pecho para consumir cocaina. En los años 20, incluso Freud tomaba cocaina, la droga era un lujo de la gente bien y de la clase médica. Pero con el tiempo Freud vio cómo muchos de sus amigos acabaron destrozados con la droga, entre ellos su amigo Fleisch. Hoy en día todos somos conscientes del peligro de las drogas pero seguimos empeñados en comentar que el cannabis no es malo, que un porrito de vez en cuando no es malo. Todos sabemos que las drogas enganchan y tienen un efecto pernicioso en la salud. Lo estamos viendo cada día pero seguimos ciegos. Es verdad que luego son las madres las que sufren pero nadie está obligado a consumir drogas si no quiere, y si piensas que eres el tonto o el raro por no consumir en el grupo de amigos este tipo de sustancias tienes dos opciones:
-salir del grupo. Total no merece la pena un grupo que no te deja ser tu mismo
- o unirte al grupo pero ya sabes a qué te expones. Lo que demostraría tu falta de personalidad.
Para eso tenemos el libre albedrío