La pena calla, y calla porque guarda
un secreto, un clamor y una ventura
redonda en mí, morena de amargura
que al son de todo pálpito me escarda.
La pena grita, y grita porque aguarda
un cuchillo glacial, que por su anchura
la pena vierte y sufre en tu cintura
una nube final, volátil, parda.
La pena en mí ejercita su lamento
con un carbón, con una brasa grave
que solo sabe a lágrima taurina.
Al triste alrededor de tus acentos
la pena muge, muge, que se sabe
tremendamente angosta y masculina.
No hay comentarios:
Publicar un comentario