A su flor de espuma blanca desemboco;
a su estambre irreductible; a su pistilo
incauto, enrevesado y clorofilo
mordisco de diamante me revoco.
Su florida figura, como pocos
extravíos de luz, y su tranquilo
permanecer en blanco, su sigilo
sangrando vidas nuevas que convoco.
Arranco el nuevo sol como el cerezo
trastroca sus ramajes en guirnaldas,
alondra y por alondras sin frontera.
Descapulla la aurora, desperezo
de su invierno esperanza, me respalda
como al cerezo, amor, la primavera.
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