Campo de olivar,
oscura aceituna,
en torrente de
ramas dolorido…
tu piel de polvo
abarca un cielo hundido
que tu fruto de
aceite llora en dunas.
Corteza ajada nuestra,
tristes runas
sangrientas de
mi corazón salido
de arenas con tu
tronco retorcido:
tu savia con mi
sangre ya son una.
Tu cuerpo, desbocándose
a la tierra,
se alza
irreductible, frío y ronco
fingiendo que no
puede y que está vivo.
La vida de tu
copa, sabes, yerra
podrida de
olivar sobre tu tronco
torcido como yo,
pena de olivo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario