domingo, 12 de abril de 2009

Organismos extraordinarios: Los pensionistas

ATENCIÓN: El siguiente post es susceptible de herir sensibilidades frágiles, mentes asentadas en sus valores, moralistas y otros espíritus políticamente correctos. Avisados quedáis, mangurrianes.


¡Albricias y gloria en el reino del señor (del que sea), porque hoy se inaugura una nueva sección! (No se puede inaugurar una vieja). Como tengo poco tiempo libre, me decidí a saturar mi agenda con esta nueva y simpática sección que actualizaré cuando me vaya dando, porque el hombre no es ni bueno ni malo, sino vago por naturaleza (no lo neguéis, rapaces).


Como el título de esta bienhadada sección dice, me dedicaré al análisis de los seres y subespecies más increíbles y churrimindundeantes (palabra que me inventado, no intentéis buscarla por ahí) que existen en esta, nuestra especie: el Homo sapiens. Y dicho esto y sin entrar en más detalles, porque no los hay, al turrón.


Y recuerden, todo parecido con la realidad SIEMPRE es fruto del azar.



Hoy hablaremos de esos individuos alucinantes y casi mágicos que saturan las colas de los mercados a primera hora y ocupan los puestos de toda sala de espera: los pensionistas.


Si bien de origen incierto, se cree que este subgrupo se originó cuando los primeros hombres degeneraron con la edad y se dedicaron a la santísima práctica del parasitismo de sus congéneres. Si bien numerosos médicos y antropólogos han intentado saber cuál es el origen concreto del pensionista, todos ellos se han visto devorados por geriatras y monjitas de la caridad de todo género y raza.


Pero vamos a la chicha, a la miga, al meollo: ¿qué distingue a un pensionista de un ser humano común? Su capacidad para ralentizar todo sistema es cuasi infinita. Son capaces de saturar una cola de la Administración con su sola presencia, son capaces de colapsar los servicios médicos con un resfriado corriente y moliente, son capaces de eternizar la compra semanal del resto del mundo con su paciencia infinita y sus historias que llevan a ninguna parte.


Los pensionistas viven de todos los demás pero se quejan de todo. Nada está bien en el mundo. Ellos poseen la respuesta a todos los enigmas de la humanidad. ¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿A dónde vamos? ¿Quién mató Kennedy? ¿Qué fue del Chapis? Ya lo dice el refrán: más sabe el diablo por pensionista que por diablo. Y es que solo un pensionista podría regentar el mismo infierno. Contándote batallitas eternas, rezongando por tu forma de vivir, acaparando las últimas existencias de crispies, monopolizando las ofertas y las ayudas del Estado. Welcome to the elderly jungle!


Empezaron viviendo del aire pero ya lo controlan todo. En tu agencia de viajes, en tu supermercado favorito, en tus salas de cine… Están por todos lados. Y si eso te parece alarmante, si estás harto de oír quejas, si ya sabes que los políticos son unos mangantes, si ya has desistido de ver algún día a tu cardiólogo, aún queda lo peor… ¡algún día todos seremos pensionistas!


Y con esta amarga reflexión que se deduce del ineludible paso del tiempo, os dejo.


Y recordad, pansinsales, la verdad está ahí mismo. O no.

2 comentarios:

José Mari dijo...

Ajajajajajaj, no me había parado a pensarlo desde esta perspectiva. Sigue!!!!!

Anónimo dijo...

jajaja ahi alberto.... y parecías tonto cuando te encontré aquel fin de semana....¡¡¡ jajaja me he reido una barbaridad. Espero con ansias tu siguiente publicación.