viernes, 20 de abril de 2012

Rayos de piedra y rosas 27: Al niño que sueña


La pena de tus ojos es tan cierta,
sinceramente negra, que me duele
al centro de mi pecho, porque suele
morder tu corazón, naranja yerta.

La pena de tus ojos se despierta
aurora tras aurora, en ellas muelen
tus iris, por sus rocas dan, repelen
la sonrisa voraz, playa desierta.

Que tus lirios devoran otros potros
tremendos, masculinos, que la nada
se vuelve a tu pupila, hecha un manojo.

Que por dar en un corazón tras otro
tus manos como rosas van cuajadas
de pena por la pena de tus ojos.

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