Tú, casi tan bruno como abrasado
y casi tan feroz como desisten
las rosas de tu mano, o como diste
a mi boca un pan enamorado.
Yo, casi tan rubio como espigado
y casi tan enorme como triste
me aferro a lo que das y a lo que
fuiste:
anclas como penachos eclipsados.
Eclipse, espiga, rosa, rubio y bruno
camino hacia tus nardos y camino
en una soledad turbia y vencida.
Tu labio, corazón como ninguno,
ninguna pena ni ningún destino
más allá de los bordes de tu vida.
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