El amor corre hacia
el amor, como
cuando una mañana cualquiera,
de martes o jueves
una explosión de luz,
un rincón insospechado
llama tu atención y
corres, desbocada, a donde
podrías encontrar
casi cualquier cosa, incluso
podrían encontrarse
–como
un
anhelo secreto-
nuestras
dos miradas.
Pero el amor también huye
del amor, como
cuando la propia luz
que hace apenas un momento
te alimentaba, una
fuerza inextinguible,
se marcha, sembrando
por todo el horizonte
apenas una huella y
quedamos los dos solos,
oscuros,
distanciados, huyendo de nosotros.
En la foto, el opening de Blade Runner, de Ridley Scott
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