lunes, 25 de octubre de 2010

Crónica de una ausencia





No sé quien eres, por la noche existes
como un denso botón entre mis brazos,
un ardor de alquitrán,
una mentira.

No sé quien eres, en mi ceguera siento
que duermes, como un dolor violeta,
y que me llamas
                                     –¡Alberto!-
                                                                insospechado.
Me levanto, entonces, firme, me resuelvo
a descubrir tu vientre, pero tú
me rompes la boca con un aullido de muerte.

No sé quién eres, pero estás e intuyo
que por más que te sigo no te alcanzo
que no hay modo de pasar de muerto a ángel
perdido, y de fundamentar
mis desolaciones en tu melancolía.

No sé quién eres, pero eres,
basta
para dejarme arrastrar por esta ausencia
clara, para saber que aunque jamás
te conozca, yo ya te conocía.


Imagen de Lady Vervaine

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