Me presento.
Antes que nada, gracias. Gracias por este rincón. He sido invitado a escribir aquí y he aceptado orgullosamente. Es un honor que alguien te diga “Quiero que escribas conmigo. Quiero juntar mis letras con las tuyas.” Quién es capaz de decir esto así, libre, sincero, espontáneo, merece un aplauso. Quién hace esto, merece ser llamado, cuanto menos, hombre. Gracias.
Lo segundo, hola. Tengo que presentarme y no sé qué decir. Podría decir que me llamo Alberto, que vivo en Madrid, pero entonces no diría nada. Podría decir algo más. Usar dos o tres adjetivos. Decir que soy callado, que soy rubio ceniza. Pero tampoco diría quién soy con eso. Aún podría estirar un poquito más y decir que soy estudiante pero que soy escritor en los ratos muertos. Podría decir que me gusta pensar de vez en cuando sobre cosas. Pero ni así lograría definirme del resto. Si quiero decir quién soy, no puedo.
Dejaré, pues, que sean mis palabras las que me presenten. Iré diciendo quién soy yo según vaya colgando un pedacito aquí y un retal allá en este pequeño (pero grandioso) rincón. Así acabaré de presentarme cuando no me quede nada que decir y me iré conformando según diga.
¿Y qué diré? Pues no lo sé. No sé nada. He leído este blog de principio a fin para lograr comprender su esencia. Aquí hay ya mucho amor, hay mucha pasión, hay mucho sentimiento. Hay reflexión. ¿Qué puedo aportar? No sé. No sé ni qué ni a quién. No sé, para nada, quién va a leer esto. No sé, por tanto, si preferirán un poema, o un cuentecillo, o una historieta real o un poco de amargura. No lo sé, y daré entonces lo que me salga. Lo daré despacio, cuándo sepa que esté bien hecho y bien dicho. Es todo lo que puedo prometer, porque es todo lo que puedo cumplir. Y me basta.
Espero que os guste.
Para acabar, me gustaría añadir unos versos del sencillamente genial Ángel González:
No fue un sueño,
lo vi:
La nieve ardía.
1 comentario:
Sin duda alguna, has entrado por la puerta grande. Un abrazo, amigo.
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