Hoy, justamente hoy, se cumplen dos meses desde mi llegada a Gran Canaria.
Mi maleta era mucho más grande de lo que la gente veía. No solamente traía ropa y demás enseres, también cargaba con miles de ilusiones, de sueños, de proyectos, de recuerdos, de lamentos... ¿Y qué puedo decir a día de hoy? Pues que todas mis expectativas se han superado con creces...
Llegué conociendo cuatro calles, ahora me conozco Las Palmas. Llegué con 2 conocidos, ahora tengo mejores amigos. Llegué con miedo, ahora tengo fuerza.
Pero hay algo que dejé atrás y que no he podido sustituir, ni quiero hacerlo. Mi familia. Si ya sé que antes solo pensaba en salir de casa y ser independiente, pero con el paso de los días te das cuenta de lo mucho que echas de menos las típicas bronquillas familiares: tu madre diciéndote que recojas la cocina, tu hermano intentado quitarte el mando de la televisión y tu padre mandándote a la 1, con un calor que raja las piedras, a comprar el pan. Son pequeños detalles que solamente aprecias cuando ya no los tienes. Y eso es muy triste.
Ahora que sé todo lo que quiero, todo lo que necesito, voy a luchar por ello hasta el final. Como dice mi signo: no seré un gran guerrero, pero si quiero te dejo en el suelo. Así que usaré esa fuerza mística para alcanzar mis metas, mis sueños y mis deseos.
Dos meses. Dos meses viviendo un sueño. Dos meses hechando de menos. Dos meses de crecimiento.
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